¿Qué es la "alexitimia" y cómo desarrollar la gestión emocional?
Laura
4 dic 2022
¡Hola, hola! Primero de todo, me gustaría pedir disculpas por no haber cumplido con el cafecito de la semana pasada ☕️. Entre trabajo y boda, llevo un par de semanas un poco desaparecida 🤭. ¡Ya vuelve todo a la normalidad!
Hoy quería hablar de la “alexitimia”, o incapacidad para reconocer las emociones, y cómo esto puede afectar en el apego que los peques establezcan con nosotros y en cómo ellos gestionan muchos ámbitos de su vida.
Leyendo un libro de Rafa Guerrero, Educar en el vínculo, hizo un paralelismo resumiendo los tres comportamientos de m/padres que conllevan tipos de apego que me pareció bastante gráfico para resumir el origen de ellos. Te lo dejo por aquí:
En primer lugar, la relación de apego es del bebé al adulto, pues lo necesita para vivir. Es una relación vertical. Los adultos no generan apego con los bebés, sino que desarrollan vínculos que poco a poco se irán convirtiendo en relaciones horizontales.
El autor comenta que un peque necesita una naranja 🍊 . En una relación de apego seguro, los progenitores o personas de referencia entenderán lo que necesita y es lo que le darán: una naranja: ni más de una, ni algo que no sean naranjas. En el apego inseguro evitativo (el cual está más relacionado con la alexitimia, como ahora veremos), estas figuras le darán una mandarina. Se parece a lo que el peque podría necesitar, pero no es lo que necesita, pues estos padres se suelen basar tan solo en la parte racional. En último caso, los adultos que encaminan sus actos a generar un apego inseguro ambivalente, serán aquellos sobreprotectores que den a su peque un naranjo entero sin que sea necesario. Como comentábamos en anteriores ocasiones, los peques necesitan el apego para poder sobrevivir, es tan importante o más que mantenerse nutridos con comida y bebida. Si ven que sus argumentos o sus sentimientos no son validados, dejarán de escucharse a sí mismos y a sus sensaciones para tener una conducta que contente a papá o mamá.
¿Qué es la alexitimia y cómo trabajarla?
Alexitimia es una palabra que proviene del griego. El prefijo “a” (sin, falta de), seguido de “lexis” (palabra) y “thimos” (afecto). Podríamos traducirla literalmente como la falta de palabras para demostrar afecto, o emociones. Es la incapacidad para describir nuestros sentimientos con palabras, y fue acuñada por Peter E. Sifneos en 1972. Es una alteración neurológica (en el proceso de sentir las emociones y darles nombre para entenderlas y gestionarlas) y puede dar lugar a problemas de adaptación social. Mientras la parte del córtex prefrontal sigue madurando (la parte más racional), los bebés y primeros años de la infancia son capaces de sentir intensamente. A partir de los 5-6 años, la capacidad de darle nombre y empezar a entender detonantes está mucho más desarrollada (“me he enfadado porque me han quitado el juguete y yo quería seguir divirtiéndome”). A los 8-9 años las herramientas de gestión ya son mucho mayores.
La alexitimia primaria se da por razones biológicas y neurológicas, hay una falta de conexión entre las dos partes del cerebro e interferencias entre el sistema limbíco y la parte prefrontal. Puede ser genético, hereditario o a partir de un accidente. La alexitimia secundaria puede ser consecuencia de un hecho traumático (malos tratos en la infancia), de un desorden en el aprendizaje, etc. En el segundo caso, el tratamiento es mucho más efectivo.
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Ayúdale a ponerle palabras
Igual que cuando vamos al zoo o por la calle instintivamente nos da por enseñar palabras a nuestros peques sobre animales, el entorno…para que ganen vocabulario y aumenten su comprensión, también necesitan que alguien les dé acceso a los términos emocionales y a entender que todo lo que sienten no pasa solo en ellos y tiene nombre, motivos, y manera de solucionarse. Normaliza decir cómo estás, qué cosas te producen alegría, qué cosas te ponen nervioso/a, etc. Siempre queremos que nos cuenten qué tal su día, pero a veces somos los primeros que pensamos que contar el nuestro es menos importante, porque queremos escuchar a los peques… ¡pero ellos necesitan escucharte y tener un modelo en el que basarse!
Habla sobre sensaciones físicas
Al igual que a veces cuando se están poniendo malitos te dicen que se sienten raros pero no saben explicar muy bien lo que son las náuseas, los escalofríos… tampoco tienen la capacidad de decir si se les pone un nudo en el estómago cuando están nerviosos, si cuando se enfadan se notan más rojos… Ve trabajando con ellos cómo reaccionan nuestros cuerpos ante eso, como por ejemplo: “estoy tan feliz que me siento con ganas de correr y saltar”, “siento que me estoy enfadando porque el volcán que tengo en la barriga quiere salir por mi boca”. Hay materiales de apoyo que pueden ser muy clarificadores, como el cuento de Tengo un volcán o la película de Inside Out, para analizar con ellos cómo se mueve cada personaje (Tristeza siempre se va arrastrando y todo le cuesta mucho esfuerzo, miedo tiembla y se esconde….).
Crea situaciones ficticias para hipotetizar sobre sentimientos
Podemos aprovechar situaciones del día a día, cosas que puedan pasar, como por ejemplo “la abuela ha estado mucho tiempo preparando la comida para nosotros y se le ha quemado, ¿cómo crees que se sentirá?”. Pensar qué haríamos o cómo nos sentiríamos cuando no estamos en el medio de la situación ni con esa intensidad también ayuda a conocernos y a unir racionalidad y emoción.
Distingue entre sentimiento y conducta
Sentir lo que sea es lícito, ahora bien, la conducta a partir del hecho y la falta de control de impulsos no lo son. Juan puede sentir mucha envidia porque Andrea tiene un álbum de cromos Pokemon y él no, y verbalizar esto y aceptarlo es un gran paso para que la emoción se vaya regulando. Si lo lees y ves que el peque lo niega y no quiere darse cuenta, puedes ayudarle a llegar a ese razonamiento. Quitarle o romperle el álbum a su amiga como consecuencia, es lo que no podemos permitir. Ayuda a los peques, sobre todo si son explosivos, a poner nombre, a ver qué soluciones podemos encontrar para descargar ese sentimiento y qué podemos hacer, o no, para resolverlo.
Dales importancia a lo que para ellos es importante
Parece básico, pero muchas veces ponemos nuestro filtro de adulto a algo que para ellos es importante. En ese momento, el vestido que no encuentran que le quieren poner al funko es un drama. Si los desconectamos de lo que sienten, negando que no es importante, poco a poco van a ir cambiando su comportamiento para solo contentarnos, y tendrán problemas para identificar qué cosas no les gustan o les hacen sentir de una determinada manera.
Últimamente hemos incidido mucho en los tipos de apego y cómo trabajar estas relaciones porque son la base para forjar personalidades seguras y que se sientan capaces, y en ello tenemos mucha posibilidad de acción para determinar el cómo se vayan desarrollando. Si te ha quedado alguna duda, ¡házmelo saber y te respondo!
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